La diferencia entre un juez y un magistrado en España radica principalmente en su posición dentro de la carrera judicial y en las funciones que desempeñan. Un juez es aquel profesional que, tras obtener su licenciatura en derecho, supera una oposición y recibe formación en la Escuela Judicial. Inicia su carrera resolviendo casos en primera instancia y, con el tiempo y la experiencia, puede ascender al rango de magistrado.
Los magistrados, por otro lado, son jueces que han ascendido en la carrera judicial, ya sea por antigüedad o por superar pruebas selectivas. Un magistrado puede llegar a formar parte del Tribunal Supremo, el cual requiere al menos quince años de antigüedad y ser seleccionado por el Consejo General del Poder Judicial a través de un concurso de méritos.
En cuanto a la autoridad, no existe una jerarquía de poder entre jueces y magistrados; ambos son independientes y autónomos en sus decisiones. La ley contempla que se puede acceder directamente a la carrera judicial como magistrado o incluso como magistrado del Tribunal Supremo, a través de lo que se conoce como cuarto y quinto turno, reservados para juristas de reconocido prestigio.
Además, hay diferencias simbólicas como la vestimenta: los jueces no llevan puñetas en las mangas de su toga y lucen una insignia plateada, mientras que los magistrados llevan puñetas y una insignia dorada. También se les distingue por el tratamiento, siendo «señoría» para los jueces y «ilustrísima señoría» para los magistrados.
Es importante destacar que, a pesar de estas diferencias, tanto jueces como magistrados son fundamentales para el sistema judicial y trabajan bajo el principio de estar sometidos únicamente al imperio de la ley, tal como proclama la Constitución Española. Cada uno de ellos es depositario del poder judicial y contribuye a la administración de justicia en el país.
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